La capacidad de nuestro cerebro para atender varios estímulos a la vez es limitada. Cuando nos hablan dos personas al mismo tiempo, tenemos que mirar dos objetos o hacer dos movimientos, el cerebro tiene que elegir a cuál de ellos le da prioridad y para esto, influyen una serie de limitaciones físicas y atencionales. No sólo los estímulos de la misma modalidad sensorial interfieren entre sí, también a veces los de distintas modalidades compiten. La única forma de poder hacer dos cosas a la vez es que alguna de ellas esté tan automatizada que no requiera apenas recursos por parte del cerebro. Este proceso de automatización se genera a través de la repetición habitual y constante de los mismos movimientos, recorridos, procedimientos… y es fundamental, por ejemplo, para aprender a conducir. En esta tarea, la automatización de los movimientos necesarios para cambiar de marchas, mover el volante o poner los intermitentes nos permite liberar recursos para prestar atención a la carretera e incluso a una conversación o a la radio.
No obstante, aún cuando uno de los procesos está automatizado, limita nuestra capacidad de responder a los imprevistos. Y esto, que es la base de la mayor parte de las campañas de tráfico respecto a usar el móvil, fumar, manejar el GPS, y demás, es también conocido por los magos, las campañas de marketing y los deportistas de combate, entre otros.
Distracción en la magia
Los magos han aprendido como nadie a manipular la atención de los espectadores. Tratan de desviar el foco para ocultar la acción que pudiera revelar el truco. A este tipo de engaño, donde los magos tratan que la audiencia focalice la atención en un suceso con el fin de distraer sobre otro, lo llaman «misdirection»
Muchas veces sin saberlo, los magos son grandes conocedores de las limitaciones de nuestro cerebro para procesar la información y han descubierto que no podemos ver las cosas tal y como son, sino como esperamos que sean. Y eso nos lleva a no percibir cambios bruscos que se dan en el ambiente, algo conocido como “ceguera al cambio”. Porque el cerebro, para poder analizar con suficiente velocidad el entorno en el que se encuentra, omite información. Es decir, que coge sólo algunos fragmentos de los estímulos que recibe y hace una reconstrucción basándose en algunos atajos que ha generado mediante lo que es más probable que haya en esos “huecos”. Incluso, si nos dan una tarea en la que concentrar nuestra atención, seremos capaces de pasar por alto cuestiones muy llamativas. Os invito a ver este vídeo como ejemplo
El sistema visual
Pero no sólo nuestra atención tiene “falta de recursos”. Nuestro sistema visual tiene algunas carencias que el cerebro se encarga de mitigar para que «no nos demos cuenta» de ello. La retina es la superficie del ojo que recoge la información visual y esta información se transmite al cerebro a través de unas fibras llamadas nervio óptico. El punto por el que salen estas fibras del ojo es un punto ciego en la retina que generalmente se rellena con la información que se recibe por el otro ojo. Pero si sólo miramos por uno de nuestros ojos, podemos observar que el cerebro, en vez de dejar un punto negro en la imagen, lo rellena con el fondo de lo que está alrededor. Con estos ejercicios se puede tener esa experiencia:
«Pon tus dos pulgares hacia arriba delante de tus ojos. Cierra el ojo derecho. Mientras miras el dedo derecho, desplaza el izquierdo hacia la izquierda, verás que al moverlo unos 5 cm desaparece pero si sigues moviéndolo vuelve a aparecer. ¡Magia!»
«Dibuja una cruz en la parte izquierda de un folio y un punto negro a unos 5 cm a la derecha. Ponemos el papel delante de nosotros y nos tapamos el ojo izquierdo. Tenemos que mirar fijamente la cruz con el ojo derecho y vemos que el punto se ve un poco borroso. Vamos acercando el papel lentamente a la cara en línea recta sin dejar de mirar la cruz con el ojo derecho…¡Y de repente! ¡El punto negro desaparece!»
Además, al parpadear perdemos necesariamente unas milésimas de segundo de imagen que entorpecen nuestra capacidad para detectar algunos cambios. Y nuestro sistema visual deja de ver figuras que están totalmente estáticas, por eso nuestros ojos hacen pequeños movimientos permanentes, llamados sacádicos, para garantizar que lo que miramos está en contínuo movimiento. Y eso es lo que genera ilusiones de movimiento en figuras que en realidad no lo están como las serpientes de la imagen a continuación
Percepción, ciencia y magia
Como se puede ver, nuestro sistema perceptivo tiene sus limitaciones, sin embargo, éstas no suponen, en general, grandes problemas en el día a día de las personas puesto que responden a una adaptación al medio que es bastante efectiva.
Los magos juegan con nuestra capacidad visual y atencional dirigiéndonos hacía lo que ellos necesitan que miremos y atendamos para dejarles espacio para hacer los cambios que necesitan. Es por todo esto que, a pesar de que hubo un tiempo en el que magia y ciencia se veían como polos opuestos, hoy en día ha habido importantes acercamientos. La doctora Susana Martínez-Conde y Stephen Macknik, han llevado a cabo múltiples estudios de la atención con la ayuda de magos e ilusionistas. La neurociencia parece haber encontrado en esta antigua disciplina un gran aliado para estudiar los procesos visuales, atencionales, de conciencia y memoria a través de la utilización de trucos de magia.
https://www.ted.com/talks/apollo_robbins_the_art_of_misdirection#t-78597