Cuando una tecnología nueva nace, es común el miedo y rechazo de muchos hacia ésta. Lo novedoso, lo extraño, nos genera duda y desconfianza. Más si cabe, cuando se adentra en una área con una tradición bien marcada donde la principal tecnología empleada es la sofisticación de la palabra y los test psicométricos. Pero hablar de la videoconferencia como una nueva tecnología es probablemente caer en un error, pues la primera videoconferencia se dio hace más de 55 años.
Quizá lo novedoso sea el uso, emplear la videoconferencia para realizar psicoterapia. Dicho de otro modo, romper las barreras de lo físico para hacer terapia psicológica desde la distancia. Pero, esto tampoco es nada nuevo. En España uno de los principales estudios sobre el uso de la videoconferencia en atención mental fue hace más de 16 años (De las Cuevas et al., 2003).
Lo novedoso ha sido una situación inaudita, el Covid-19. Este coronavirus ha bloqueado a muchos la opción presencial en todo el mundo. Aunque a fechas actuales (mediados de julio de 2020), en España acudir al psicólogo/a de forma presencial es tarea fácil, en muchos otros países sigue siendo algo imprudente. En muy poco tiempo psicólogos y psicólogas han tenido que actualizarse y comenzar a usar la videoconferencia sin formación ni práctica alguna. Pese a la proliferación de esta tecnología, aún son muy comunes algunos mitos que tratamos de desenmascarar. ¡Presta atención!
Mito 1. La psicoterapia es más efectiva de forma presencial.
Son varios los motivos lógicos que podrían hacernos pensar que la psicoterapia en formato presencial podría ser más efectiva que su homóloga por videoconferencia. Sin embargo, son un gran número de estudios los que encuentran que ambas son igual de eficaces, al menos en los trastornos más comunes (Berryhill, Culmer et al., 2019; Berryhill, Halli-Tierney, et al., 2019; Wootton, 2016). Si bien la amplía mayoría de estudios usan la Terapia Cognitivo Conductural (TCC), los resultados son muy parecidos para aquellas intervenciones psicodinámicas que se hacen a través de la videoconferencia (de Bitencourt, 2016), con la excepción de que esta modalidad podría no ser igual de efectiva en intervenciones grupales.
La alianza terapéutica también ha demostrado ser similar tanto de forma presencial como por videoconferencia (Norwood et al., 2018, Singulane et al., 2017). De hecho, en la literatura hay estudios que indican una mayor tasa de asistencia a las sesiones cuando éstas se hacen por videoconferencia. Esto último puede explicarse por las facilidades que tiene el uso de la videoconferencia, por ejemplo, aquellas personas que viven en zonas rurales donde acceder al psicólogo/a más próximo puede llevar bastante tiempo, usar la videoconferencia podría ver reducidos sus costes.
Mito 2. La psicoterapia presencial debe ser, en todos los casos, la elección por defecto.
Es común pensar (y sentir) que la elección por defecto de la psicoterapia debe ser en la modalidad presencial. Al igual que con el primer mito, la forma estándar y clásica nos lleva a pensar que es la mejor. Creo que discutir sobre este hecho puede ser largo y, sobre todo, han de tenerse en cuenta muchas cuestiones y casos distintos.
Pero, creo que es importante caer en la cuenta que en bastantes casos la modalidad de elección podría ser la videoconferencia. Y no hablo sólo del covid-19. Muchos pacientes con patologías menos graves pueden verse beneficiados del uso de la videoconferencia. El ahorro de tiempo en el traslado en personas con movilidad reducida o residentes en zonas rurales alejadas, residentes en el extranjero que requiere de atención en su idioma natal o trabajos que impiden el acceso en su forma presencial (p.e., marineros) son algunos de los casos más típicos. Por ejemplo, un estudio de satisfacción llevado a cabo por de las Cuevas (2003) en las islas canarias, puso de manifiesto que los pacientes de atención psiquiátrica preferían la atención online antes que tener que esperar más tiempo o trasladarse a otra isla.
No todo es blanco o negro. En algunos casos podría resultar muy útil intercalar ambas modalidades. Por ejemplo, un paciente se va de viaje y queremos hacer un seguimiento. Una paciente con agorafobia requiere de atención y su situación le impide salir de casa, aunque en este caso nuestro objetivo principal será que el paciente pueda acudir de forma presencial, no quita que las primeras sesiones puedan realizarse a distancia.
Mito 3. La videoconferencia es poco segura.
No saber usar la videoconferencia o no tener unos conocimientos básicos la hace poco segura. Pero, la videoconferencia por defecto NO es un sistema poco seguro. Hagamos la pregunta de otra forma, ¿la psicoterapia presencial es segura? Mi respuesta es sencilla: NO. No hace falta ser experto en nuevas tecnologías para que alguien pueda descargar una aplicación en el móvil de su pareja y programarlo para grabar durante la sesión. Algo sencillo, rápido y sin coste. Incluso el móvil del psicoterapeuta podría ser objeto de modificación o hackeo para escuchar las conversaciones de su terapia.
Cierto es. Quizá lo anterior es poco probable. Pero si alguien quiere obtener información sobre una tercera persona, da igual la modalidad. Ambas son vulnerables. En el caso de la videoconferencia, el psicólogo lo tiene más fácil para poner medidas de seguridad básicas que harían muy difícil que una tercera persona pueda vulnerar este sistema. Emplear una plataforma y conexión a internet seguras así como cuidar que nuestro ordenador esté libre de virus, entre otras medidas, hace la videoconferencia segura. En definitiva, usar la videoconferencia de forma adecuada hace de esta modalidad un sistema muy seguro.
Usar la videoconferencia de forma adecuada hace de esta modalidad un sistema muy seguro.
Mito 4. Cualquier cosa vale.
Bien. Sé que tú también tienes claro que no, que cualquier cosa NO vale. Pero te diré que es muy común llevar a cabo psicoterapia por videoconferencia sin tener formación previa y sin apenas informarse de cómo llevarla a cabo. Son muchos los psicólogos que emplean whatsapp o utilizan el mismo ordenador que el que usan sus hijos para descargarse videojuegos o películas.
Aunque esto daría para un blog aparte, quizá un libro, he visto prácticas que son totalmente desaconsejables. Quizá una de ellas ha sido emplear un servidor general de Jitsi-Meet, sin ningún tipo de configuración previa para llevar a cabo una videoconferencia. ¿Cuál fue la sorpresa de esta psicóloga? Pues que apareció un extraño en medio de la terapia. Este es un claro ejemplo de mal uso de una plataforma (Jitsi-Meet) muy segura. Pero, que mal utilizada, tiene un riesgo muy alto.
Una amplía mayoría de psicólogos/as está muy acostumbrado/a a emplear herramientas que no han sido específicamente pensadas para la psicoterapia. Al usar las plataformas más comunes podríamos estar vulnerando la privacidad de nuestros pacientes.
¿Solución? Lo primero es formarte en este ámbito. Conoce las herramientas que existen, conoce las tecnologías, practica con tus amigos o familiares. Segundo, usa una plataforma que esté expresamente pensada para la atención psicológica por videoconferencia. Un ejemplo de plataforma integral que nosotros recomendamos es PsicoReg
Referencias
De Las Cuevas, C., Artiles, J., De La Fuente, J., & Serrano, P. (2003). Telepsychiatry in the Canary Islands: user acceptance and satisfaction. Journal of telemedicine and telecare, 9(4), 221–224. https://doi.org/10.1258/135763303322225553
Berryhill, M. B., Culmer, N., Williams, N., Halli-Tierney, A., Betancourt, A., Roberts, H., & King, M. (2019). Videoconferencing Psychotherapy and Depression: A Systematic Review. Telemedicine and E-Health, 25(6), 435–446. https://doi.org/10.1089/tmj.2018.0058
Berryhill, M. B., Halli-Tierney, A., Culmer, N., Williams, N., Betancourt, A., King, M., & Ruggles, H. (2019). Videoconferencing psychological therapy and anxiety: a systematic review. Family Practice, 36(1), 53–63. https://doi.org/10.1093/fampra/cmy072
Wootton, B. M. (2016). Remote cognitive–behavior therapy for obsessive–compulsive symptoms: A meta-analysis. Clinical Psychology Review, 43, 103–113. https://doi.org/10.1016/j.cpr.2015.10.001
de Bitencourt, D., Braga Laskoski, P., Trelles Severo, C., Margareth Bassols, A., Sfoggia, A., Kowacs, C., Valle Krieger, D., Benetti Torres, M., Bento Gastaud, M., Stella Wellausen, R., Pigatto Teche, S., & Laks Eizirik, C. (2016). A Psychodynamic Perspective on a Systematic Review of Online Psychotherapy for Adults. British Journal of Psychotherapy, 32(1), 79–108. https://doi.org/10.1111/bjp.12204
Singulane, Bianca Aparecida Ribeiro, & Sartes, Laisa Marcorela Andreoli. (2017). Aliança Terapêutica nas Terapias Cognitivo-comportamentais por Videoconferência: uma Revisão da Literatura. Psicologia: Ciência e Profissão, 37(3), 784-798. https://doi.org/10.1590/1982-3703000832016
Norwood, C., Moghaddam, N. G., Malins, S., & Sabin‐Farrell, R. (2018). Working alliance and outcome effectiveness in videoconferencing psychotherapy: A systematic review and noninferiority meta‐analysis. Clinical Psychology & Psychotherapy, 25(6), 797–808. https://doi.org/10.1002/cpp.2315